Se trata de un sinuoso meandro que hace el río Colorado entre cañones, el cual muestra al visitante un sorprendente paisaje. Los colores rojizos de la roca contrastan a la perfección con el azul verdoso del río Colorado, hipnotizando a todo aquel que se atreve a mirarlo.

La altura de Horseshoe Bend sobre el río Colorado es de 300 metros. La sensación de vértigo al asomarte a su borde es inevitable y es que ha habido más de una muerte por gente que se precipitó al vacío.

El lugar sigue siendo igual de espectacular, pero desde el 2019 se construyó un parking de pago, adecentado el sendero con pérgolas donde descansar a la sombra y delimitaron una porción del precipicio con un mirador.

Aunque si os gusta lo salvaje, no preocuparos porque la grandiosidad del Horseshoe Bend es tal que hace imposible contener a los dos millones de turistas que recibe al año dentro de un solo mirador. Hay salientes y recovecos para todo el que no quiera compartir selfie. Pero cuidado, no te juegues la vida.